viernes, 2 de noviembre de 2007

Algo así era mi madre...



Érase una vez, un corazón, uno grande y palpitante, hermoso y lleno de rosas con todo y espinas. Era un corazón puro y lleno de fantasía, podría decirse que era cálido y escarlata. Este corazón vivía en una pequeña casa, en el tronco de un humano X –para no poner nombres, tanto la historia no se trata del sujeto sino de su contenido-.
Vivía aquel armonioso órgano lleno de emociones fuertes y amenas, conquistando su vida de la manera más buena.
Si te pones a pensar, vos y yo lo conocimos, como se conoce a tanta gente en el mundo, a tantos de estos corazones y además todos tenemos uno como ese mío, como el de esta historia que te voy a contar.
Lo conocí de pasada, algunas veces más otras veces menos, dependiendo de su apuro o el mío, pero lo conocí y muchas veces me reí con él, otras simplemente conversamos y también lloré porque se había ido.
Me puse triste, aunque no pueda asegurar que el también lo estaba porque él era muy tranquilo; lo que si puedo asegurarte es que dejó algo aquí dentro del mío.
Para explicarte mejor, este corazón del que te hablo es de ese tipo de corazones que te ponen de cabeza, que te dan mil vueltas y al final se van. No porque sean egoístas, sino porque se termina su tiempo, sus vidas están cronometradas y tratan de enseñarnos al vuelo todo lo posible que podamos aprender. Algo así como lo que hacemos vos y yo, que cuando nos vemos, aunque sea con la mirada nos enlazamos el alma y tejemos alguna historia para tener otra fantasía con que jugar y masticar en la memoria.
Sigo: este corazón del que te estoy contando se sabía mi nombre y lo repetía constantemente, como para no olvidarlo. Me cantaba canciones a ritmos de tambor, me enseñó a decir frases bonitas pero no le dió tiempo de acercarme a la oscuridad de algún armario para que aprendiera a vencer mis miedos, esas pánicas infantiles que me agobian desde hace rato, que talvez arrastro desde otras vidas porque jamás he podido explicarme de dónde las sacó mi mente infantil y cómo es posible que aún sigan vivas.
Este divertido y confiable corazón se fue un día, hace tanto que pasan los días y he crecido. Su ida me sorprendió, me dejó escrito en la piel que la mortalidad es mi compañera, que todo este teatro es tan débil, montajes de escenas y películas. Qué más puedo decirte? Simplemente se fue, un día no palpitó más, voló lejos a otros cielos y me quedé con las palabras que jamás nos dijimos…
Cuántos corazones he conocido, no todos tan hermosos como este en particular, este era un poco como yo, que siempre tenemos palabras entre los dientes y que si no hay con quien hablar hablamos con nosotras mismas, en voz baja o en voz alta da lo mismo; lo de loca es algo impuesto y me encanta escucharme hablar, incluso para regañarme, para alentarme o para consolarme.
Jugué tantas veces contigo, fuimos aves y otras nidos. Copié tus muecas, nos hicimos bromas, bailamos juntas, nos divertimos… Qué extraño se vuelve todo cuando respiro y me doy cuenta que vives acá adentro, pero ya no estas conmigo…

2 comentarios:

Azucar dijo...

Es difícil dejar partir un amor, pero sería inhumano hacerlo. No la conocí a tu mami, como no conozco a muchos de tu familia, pero me encanta saber que tenés mucho de ella....eso me acerca.

Que vación es el tiempo y las tareas que tenemos en este mundo, cierto?

pimienta dijo...

que cuento tan bonito!!!
los recuerdos de cuando ninos son de lo mejor; y los juegos con la mama simplemente insuperables ...

yo tambien recuerdo las canciones y los juegos como si hubieran sido la semana pasada.

que lindo eso que decis, que tu mami vive dentro de vos ... la mia tambien vive dentro de mi y esa es de las mejores sensaciones que experimento !!

te quiero mucho, orangutan albino :)