sábado, 31 de mayo de 2008

Los recuerdos se apoderan de mi

Es como andar por esos caminos por los que nunca querés atravesar, es como enfrentarse a tu propio yo y discutir con él, sobre lo que pensás y sobre lo que sentís y yo siempre he sido malo para hacer esas comparaciones y más malo aún para pensar sobre lo que siento y todavía más malo para sentir lo que pienso.

Si te cuento la falta que me hacés, temo contribuir a mi antojo por verte pronto; si me quedo con el comentario, puedo contribuir con la posibilidad de dejarlo sin importancia y ambas cosas son imposibles de aceptar.

Así las cosas, quiero dejar constancia de las ganas que tengo de que regresés y verte y hablar y quererte en vivo y a todo color, como siempre lo hacemos; quiero dejar constancia a dos semanas de distancia desde que no te veo y dos más hasta que llegués, pero sabiendo aún que por acá no llegarás a pasear y mucho menos ver tu ausencia tan clara como si fuera una roca en mi espalda, que me hace subir y subir una cuesta sin fin y que se antoja casi eterna.

Esta lejanía me hace recordarte en nuestros rincones inventados, en nuestro carro y en nuestra casa -aunque por estos días, ninguno de los dos está- cierro mis ojos y despega mi imaginación como cuando inventabamos viajes por el Universo que tanto deseamos ver y me pierdo con un deseo provocado de que continúen esos recuerdos, recuerdos que me hacen sentirte acá, en mi casa y conmigo.