domingo, 27 de enero de 2008

Recordando

La agilidad de su cuerpo no se compara con el tamaño que tiene. Su corta estatura podría hacer suponer que es una mujer poco esforzada, sin embargo, su ágil caminar y el inmenso entusiasmo del que son objeto todos sus movimientos -aquellos concientes y los inconcientes también- determinan su personalidad inquieta, entusiasta, activa. Su piel canela y limpia, son el fruto de una excelente mezcla de razas, que es traducida en una ventaja visible, porque al completar más de medio siglo de andar por el mundo, no trae en su rostro las marcas indelebles de una vejez próxima, sino al contrario, su piel es tan lisa y sana, que esconde dentro, muy dentro, su verdadera edad.

Su negra cabellera determina la fuerza de la sangre materna, sin embargo, en medio de tan oscura brillantez, destacan algunas pocas canas que se hacen visibibles, solamente por el contraste de colores, blanco y negro.

Sus manos denotan agilidad para los trabajos duros, pero también para los cuidados y mimos de los que es capaz de dar a los que tiene a su alrededor. Esas manos han sabido lavar, tejer, cocinar y planchar; al mismo tiempo que acomodar un cabello despeinado, acariciar una cabecita dolorida, secar lágrimas de dolor, pero sobre todo, abrazar para consolar y apoyar respetuosamente una verdad, por dura y difícil que ésta sea para ella misma.

La luz de sus ojos nos transportan a lo largo de una vida bien vivida, pero con matices de nostalgia y sufrimiento, en ellos se refleja la conciencia adquirida através de los años, conciencia del valor humano y de todo el amor que sabe transmitir a nosotros, sus hijos.

Te debía esta mamá.