Hoy (ayer) fue mi primer día completo en el hospital junto a la abuela. Todo pasa tan lentamente que es imposible imaginar la vida agitada y apresurada que se vive todos los días allá afuera.
En un día normal, me levanto y casi sin darme cuenta ya me estoy acostando; no hay tiempo para crecer internamente porque estoy siempre tan ocupado de mis propios tiempos, que me olvido del tiempo ajeno, ese que podría ser mezclado con el mío y conmigo mismo de alguna manera, pero que dejo pasar.
Estos días en cambio, desde que mi abuela está en el hospital, pasan tan lentamente que casi puedo ver los minutos frente a mis ojos como una vida completa. Cada minuto es en realidad una vida....has soñado alguna vez luego de despertar? A mi me pasa que a veces, despierto, miro el reloj y vuelvo a dormir, mis sueños me llevan por historias completas llenas de mensajes maravillosos, viajes y gente, idas y vueltas, pareciendo haber transcurrido horas y horas; despierto y me doy cuenta que solamente un par de minutos, a lo sumo 5 han pasado realmente, eso significa que el tiempo no es tiempo allá, o quizás no tiene la misma dimensión.
Trato de imaginar como será para la abuela, que duerme la mayor parte del día, es como si tuviera que completar historias antes de partir, para llevar su carga a los viajes que hará muy pronto, llevando experiencias que aunque no ha podido completar, las cubre todas en varios sueños, unos montados sobre otros y luego une a las historias verdaderas completando ciclos. O quizá sea simplemente una preparación para pasar la barrera que separa esta vida de la siguiente, quizás aprende un idioma nuevo o quizá se presenta con gente que le ayudará a cruzar, o quizás vive una terapia de separación corporal o quizá duerme sin conciencia alguna o quizá no pasa nada realmente, no se!
Yo en cambio tengo tiempo suficiente para mirar. En la cama contigua está doña Ana, después de un derrame cerebral ha quedado con la mitad del cuerpo dormido y no puede hacer nada sola, pero lo que si ha logrado es comprobar el amor que su marido le tiene, porque a don Jaime no lo detiene la distancia, ni el clima, llega religiosamente a las 11 en punto a masajear a su esposa lisiada.
En seguida de ella una cama que ocupa una indígena talamanqueña que se ha roto la cabeza de un solo golpazo de un tablón. Casi la ha partido en dos, pero ha de ser muy cabeza dura, porque a pesar de la herida de unas 20 puntadas, sigue maldiciendo (al menos eso parece) en su lengua natal. Es joven, pero tiene muchos hijos y ya grandes, porque siempre la visita uno diferente, un hijo o una hija, ya lleva 4 días ahí y no parece mejorar mucho.
Al frente de ella, la cama recién desocupada por doña Tere, la ha tomado ahora la loca. Pero es una loca pacífica, quien solamente piensa en leer y hablar inglés, como lo hace su esposo (según dice) aunque yo no la he escuchado decir ni "yes". Dicen que es loca, al menos ahí la han dejado de psiquiatría, pero para mi está más cuerda que muchas, incluso más cuerda que algunas de las que dicen curar.
Luego tenemos a doña Carmen, con una diabetes terrible, pero dicen además que está mala del pancreas, será lo mismo? No se, me declaro ignorante por más que la pena me gane. Esta unos días bien y otros tan mal que pasa el día entero dormida, hoy por ejemplo, más que dormida parece ida. Siempre está visitada, por su marido o por su hijo y algunas veces por otras que no se que pitos tocan.
Luego doña Ofelia, la otra abuela, la abuela de todos. No puede ver; se la pasa llorando y quejándose de lo sola que está. No tiene a nadie según dice, ni marido, ni hijos, ni nietos...yo le creía y casi me ponía a llorar cada vez que la escuchaba, pero ahora resultó con mucha familia que al parecer la visitan todos los días, pero una vez que se van, vuelve a llorar y decir que otra vez está sola y sin familia, sin calzones también, se le oye decir.
Mi abuela está al frente y la pobre no emite quejas, pero si sufre. La pobre quiere caminar, pero no puede, ha perdido en 8 días todo el vigor que la vida le dió por 95 años y al parecer, su deseo está a punto de ser cumplido. "Me quiero morir" era la frase preferida durante los últimos días.
Ha pasado el día y yo estoy como si hubiera caminado el día entero con un saco de papas a hombros, mi espalda me duele y el sueño me vence, pero luego, al llegar a casa se esfuma y son horas enteras esperando dormir o ver a mi ángel, ninguna de las dos cosas sucede.
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