domingo, 3 de febrero de 2008

De mis recuerdos

Una inevitable nostalgia invade mis sentidos cuadno miro a través de la ventana de la casa de mis padres. Nostalgia porque inconcientemente mis recuerdos me transportan por los tiempo de mi ingancia, durante los cuales no existían preocupaciones sobre la realdiad de la vida, que hoy alborotan mi cerebro queriendo descontrolarlo todo. Sin quererlo, al mirar la pequeña callecilla con el exesivo declive, corren juguetonas por mi mente las cascadas de agua que se formaban después de un aguacero y que solían transportarme por viajes interminables de mi infantil imaginación, cuando jugaba a ser el valiente capitán de un barco gigantesco que surcaba por los mares más lejanos y peligrosos que mi capacidad para interpretar historias podía permitirme. Ese silencioso vecindario de hoy, me permite escuchar aquellas carcajadas de niños -mis amigos y yo-, grabadas en las paredes de las casas, quizás alguna de nuestras madres cocinaba un oloroso picadillo de plátano verde o arracache, o quizás el aroma de la tradicional olla de carne que esperaba ser servida en alguna de las mesas; tal vez sería un postre azucarado, que al final sería parte de las provisiones que llevábamos a nuestras expediciones por los largos viajes a las calles vecinas, tan lejanas para nosotros en nuestra pequeñez. Ahora, miro esas casas y son las mismas que mi mente ha guardado a través de todos estos años, solo que, por alguna extraña razón, hoy son mucho más pequeñas que las mi mente de niño vió alguna vez.

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